
Larraona (Navarra). Presa del molino en el río Uyarra.
Aguas diáfanas y cristalinas idóneas para limpiar
con su plácido rumor las agobiadas mentes urbanas.
(Foto de Jesús Díaz).
La pedantería es la estupidez adulterada por el estudio,
sostenía Miguel de Unamuno.
Y efectivamente si definimos la pedantería como un alarde
afectado de erudición y la proyectamos sobre la estupidez,
obtenemos un híbrido ridículo que provoca sarcasmo y
conmiseración de quien lo padece.
Careciendo de ideas importantes que exponer,
pretendemos disimularlo hipócritamente con expresiones
rinbombantes, retórica hueca, verborrea aparantemente
culta; esto es, a falta de contenido y de teorías
con ejundia, cultivamos la forma, magnificamos la envoltura
e intentamos ocultar la ignorancia que nos abruma.
La sencillez, la claridad de expresión delatan certeramente
al sabio; la pedantería, el oscurantismo, la complejidad
superflua delatan inequívocamente al impostor, y como
decía Gregorio Marañón, vale más la claridad del agua
que cabe en el hueco de una mano que ríos de turbia
erudición sin destilar.
Es aceptable el barroquismo expresivo como motivo de
deleite literario, dentro del campo de la Estética; sin
embargo dentro del campo del conocimiento científico es
inaceptable la asunción de un lenguaje especializado,
oscuro, críptico, que de forma deliberada e irracional
fractura el saber en compartimentos estancos, en cotos
exclusivos para iniciados, dificultando la comunicación
interdisciplinar y el proceso de ósmosis entre las distintas
ramas del saber entorpeciendo el acceso de
los "dilettante" y de los profanos al paraíso del
conocimiento.
Esas prácticas obstaculizan, además, una visión holística e
integral del conocimiento tan característica de la
Antigüedad, de la Escolástica Medieval y de los pensadores
de la época Moderna y ello no es achacable
exclusivamente al ingente acervo cultural y científico
actual, que evidentemente impide que un solo cerebro
humano lo abarque en su totalidad.
Los actuales científicos gozan de amplísimos
conocimientos en parcelas ínfimas y reducidísimas del
saber, siendo su ignorancia elevada en el resto de ramas
del conocimiento. Tal grado de especialización les
convierte en sabios de su campo particular y en ignorantes
de los demás, una escisión y una deriva peligrosa, para
algunos ineludible, que progresivamente se va acentuando
en la evolución de la Humanidad.
(Zaragoza, 8 de Febrero de 1995).
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